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Foto del escritorCláudio Giordano

Theatro Moral de la Vida Humana en cien Emblemas



Theatro Moral de la Vida Humana en cien Emblemas; con el Enchiridion de Epicteto y la Tabla de Ceres, Philosopho Platonico. Amberes (Antuérpia), Bélgica, 1701.

Esta obra reproduce cien grabados (emblemas) de Otto Venio (1556-1629 - también conocido como Otto van Veen, Otto Venius), un artista holandés que los inspiró en los versos de Horacio, buscando retratar aspectos de la vida humana. (Publicado por primera vez en 1607). Cada emblema está acompañado de inspiradores versos latinos, su traducción al español y también en este idioma, un breve texto explicativo del grabado.

Antoní Palau y Dulcet, en su obra bibliográfica indispensable y vasta, Manual del Librero Hispanoamericano, al registrar este trabajo, escribe que el Proemio es una de las páginas más deliciosas escritas en idioma castellano, que constituye una autobiografía anónima. ¿Cómo se llamará su autor? - pregunta ¿Será un gran alfabetizado? Y hace un llamamiento: "Nos dirigimos a investigadores y académicos para ilustrarnos sobre este personaje peregrino".

No sabemos si la apelación de Palau, realizada en la primera mitad del siglo pasado, se ha desarrollado. Lo que hicimos fue leer con buen gusto el elogiado Proemio, y aunque no hablamos el idioma de Cervantes, probamos el delicioso sabor y las virtudes de la escritura fluida e impecable del autor anónimo. Tal fue la satisfacción de leer que no pudimos resistir el impulso de compartirlo, al menos en parte, con los lectores de este espacio. Extrajimos pasajes del mencionado Proemio, que se leen a continuación en traducción y en el original castellano, preservando incluso la ortografía de la época.





Proemio


El Impressor deste libro, haviendo adquirido (no à poca costa) las láminas originales que Otto Venio (pintor famoso destos Estados de Flandes) inventó y sacó à luz en otro tiempo [...] y teniendo noticia de la inclinación que siempre he mostrado al estudio de la Doctrina Moral, y visto algunos papeles mios, me pedió encarecidamente para esta impressión, que acompañasse sus Emblemas con algunos discursos , en forma de explicación. Y no he podido negar este pequeño trabaxo à tan justo ruego. [...]

Los ingeniosos (que en los libros miran mas à las flores de la eloquencia que à la profundidad de la doctrina) claro está que despreciarán la llaneza de estilo deste. Pero los sabios attenderán solamente à la substancia encubierta debaxo de una vil y tosca corteza. A los unos y los otros advierto que lo escribí, no para enseñar, sino para aprender exercitandome; atendendo menos al gusto ageno que al provecho proprio; y no cuydando tanto

del applauso como de la utilidad. [...]

El que llegáre à cononerse, conozerá en si todas las cosas creadas, pues es el hombre un pequeño mundo: pero el que se ignora, se puede dezir dél que es necio en todo, pues nada puede saber quien ignora su proprio ser. [...]

Entre todos los animales solo el hombre es racional; pero el peccado y los apetitos desordenados obscurezen el uso de la razón: y los que debieran vivir como ángeles (de quienes no diffieren en la parte superior) obedeciendo à la inferior, viven peor que los brutos. Porque estos (que obran por instincto) siguen y guardan puntualmente la Ley de naturaleza; pero aquellos (que presumen y se alaban de obrar por razón) no solamente quebrantan todas las leys divinas y humanas, sino que también se atreven à perder el respeto y obediencia debida à su mesmo Creador mediante el peccado. [...]




Mas para que todo lo dicho se entienda mejor, y no seguir mi discurso notando faltas agenas, confessaré ingenuamente las proprias en un breve resumen de mi vida. [...]

Passé mi primera infancia en casa de mis Padres en Madrid (Corte entonces del Rey Cathólico Filipo III) hasta la edad de once años. Mi docilidad natural, juntamente con la cuydadosa educación y buen exemplo de mis padres dió ocasión de concebir de mi mayores esperanzas de lo que con el tiempo mostró la experiencia. Y assi (despues de haver aprendido à leer, escribir, contar y tocar algunos instrumentos y cantar con ellos) trataron de ponerme al estudio de Gramática. Y para evitar la compañia de tanta viciosa y corrompida niñez, como acude à los estudios publicos de aquela Corte, me embiaron con un ayo al convictorio de Ocaña, tan célebre en toda España, por la instrucción de los Padres de la Compañia de Jesus, como por los hombres grandes y famosos que del han salido de todas naciones, calidades y professiones. En el tiempo que ali estuve, no solo aprendí lo que se enseña, sino también los exercicios de correr, saltar, luchar, tirar la barra y otros que ayudan notablemente à la agilidad y fuerzas corporales, muy convenientes à los hombres y à la salud, evitando la violencia. Mi temperamento era colérico, sanguineo, templado con alguna melancolia, que no me impedia el ser alegre, jugueton y sociable. Era yo pundonoroso, y altivo de pensamientos, y obedezia de mejor gana à la blandura que al rigor, ao aplauso que al castigo. Era mi memoria mas feliz que la de todos mis condiscípulos, con que, en espacio de tres años hize raya entre todos: y el de 1617 passé al Colegio de Oropessa à repetir y exercitarme en lo ya estudiado. Y entonces comenzé à notar que pierde tiempo en el estudio de Retórica y Poesia el que no nació orador y poeta.




El año seguiente (que era el décimo quarto de mi edad) fuy embiado à la Universidad de Alcalá de Henares à estudiar la Philosophia. Aqui se advertirá el daño de mi feliz memoria, que yo no vine à conozer sino muy tarde. Valióme mucho para las fórmulas y Lógica, en que ninguno de mis condiscípulos llegó à igualarme, y solía romper la cabeza à los más doctos: porque nunca me faltava materia para defender y probar qualquiera desatino; y si me proponian algun argumento (por bien fundado que fuesse) mi punctual modo de resumir, y my promptitud en responder, distinguiendo ó negando, les causava talvez confusión, y talvez les cegava de cólera, y a mi me parecia haver vencido.

Mi maestro (que conoció muy bien esta mi aniñada y memoriosa habilidad) se valió della para ganar applausos à costa de mi perdición. Propusome para sustentar las conclusiones deste curso, y para ello me dió (como dizen) más de 20 pliegos de papel, en que se comprehendian todas sus opiniones, las de los contrarios con todas las soluciones y respuestas. En menos de seis dias lo hize todo tan mio que salí al Theatro y representé mi papel casi sin ayuda de mi maestro que me presidia. Y mediante esta industria el ganó la reputación, y à mi me quedó por mi parte insuffrible y molesto desvanezimiento, que me hizo incapaz de las demás sciencias, porque nunca aprende nada quien presume saber mucho.

[...]

Acabados mis cursos, bolví muy ufano à mi casa donde estuve algunos meses repassando con mi ayo (que era hombre docto) lo que habia estudiado. Pero este (conoziendo yá que la confianza que yo tenia en la facilidad del arte de disputar me impedia el aprender lo que el me enseñava, y que la sobra de mi memoria causava la falta del entendimiento, queaun no estava maduro) aconsejó à mi padre me embiasse al Colegio del Escurial, à repetir la Philosophia como se hizo. Huviera sido de grandíssima utilidad este consejo, si entonces (que comenzava à discurrir y conocer las cosas) me huvieran puesto de novo al estudio. Pero la preocupación de mis primeros errores retardaran el progresso. No obstante en dos años que estuve alli, no dexé de mejorar en la Phísica y Mathaphísica, e aprendí de más à más algunos principios de Geometria, Grographia y otras partes de la Mathematica. Valiame para esto la continua entrada que tenia à todas horas en la insigne Libreria de aquel Real Convento. [...]





Bolví à mi casa y hize algunos viages con mi padre por differentes Reynos de España, y al principio del año de 1625 y vigésimo segundo de mi edad, fuí embiado à Salamanca à estudiar Canones y Leyes. Mi ayo no quiso yr comigo, y assí me dieron un criado de mas edad que yo y de muy buenas costumbres; pero la ocasión, el tiempo y las malas compañias lo corrompen todo. El primer curso (que fue de Instituta) se luzió muy bien, y los maestros se prometieron de mi grandes esperanzas, porque los memoriosos son harto proprios para este estudio. Considerando mis Padres el largo viage de yda y buelta cada verano, dieron orden de que quedasse allá a divertirme. Esto fue mi ruina porque en la primera vacancia me comencé à exercitar en el manejo de todas armas, y aprendi juntamente algunos principios de Astronomia y Medicina. Pero (como suelen hazer los inconstantes) me aplicava de buena gana y con fervor siempre à lo más nuevo; y variando assy hablava de todo sin saber nada bien.

[...] Como quiera que sea, passé con disgusto deste al tercer curso, en que aprovechémuy poco. Porque al principio del fuy desterrado del Parayso de la inocencia, por haver gustado del fruto del arbor vedado, de lo qual y de mi humor marcial resultó despues mi destierro de la Universidad, y la necessidad de alejarme de mis Padres y mi Patria. Anduve vagando algun tiempo, y siendo ya de edad de 26 años en el de 1629, passé al Estado de Milan, donde serví en el famoso Sitio de Cassal de Monferrato. Mi modo de vivir era libre y militar, y aunque con la mudanza de Patria mudé en algo de costumbres, nunca fue para mejorar. [...]





En este tiempo (que fue año de 1633) murió mi Padre y me faltó con él todo mi apoyo. Sentílo como se puede considerar, pero huve de ceder al destino inevitable y animarme à establezer mi fortuna sobre mis proprias obras. [...] En todo este tiempo y viages aprendí differentes lenguas (cosa muy facíl en la mocedad), algunas sciencias más curiosas que provechosas y muchos secretos de naturaleza y Medicina. [...]

Halleme muchas vezes en peligros manifiestos de mi vida, de que Dios fue servido librarme por su divina y secreta Providencia. No hago relación particular de mis sucessos por no ser esta mi historia sino mi confessión. [...]

Mis principales y capitales peccados (de que procedieron infinidad de vicios) fueron: una insolente presumpción de saber más que otros; una inclinación insaciable al juego y una vil y torpe sugeción al amor lascivo. Proseguí mi professión militar y este infame y libre modo de vivir hasta último de Abril de 1637, 34º año de mi edad, que me casé.

Con la mudanza de estado, mudé también de professión y passé de la guerra à la pluma. Comenzé à tratar de ordenarme un nuevo modo de vida más decente y conforme à mi nuevo estado. Apliquéme desde luego al estudio de los libros morales y de devoción, en que con el tiempo he hallado todo mi consuelo. Fuy muy dado à la lectura de la Historia y de los libros políticos y de estado. Ocupé differentes puestos en servicio de mi Rey y me hallé en diversos tratados de paz y guerra. Toda mi vida ha sido un continuo contraste de trabaxos, peligros y persecuciones, y en el curso della aprendí a suffrir y no dessear; con que (mediante la gracia de Dios) he llegado à una inesplicable tranquilidad de espiritu, que es la mayor felicidad desta vida perecedera. Despues de 32 años de Matrimonio y 38 de servicios continuos, no tengo mas riquezas que lo muy necessario para sustentar modestamente mi familia, y me hallo más contento en este estado, que infinitos que acumularon grandes possessiones y nunca son dichosos, por dessear siempre más.

He tenido en todo diez hijos, de los quales aún viven hoy dos varones y tres hembras. La crianza de las hijas há corrido por quenta de la madre, que las ha doctrinado con su buen exemplo, más que con palabras. A los varones he procurado hazer instruir lo mejor que me ha sido possible; pero en vano trabaxan los padres quando Dios no concurre con su divina gracia. En 65 años de edad he visto y experimentado bastantemente los errores, desaciertos y engaños del mundo para tener dellos un perfecto desengaño, pues es muy loco quién no escarmienta con los exemplos agenos.

Quando comenzava à darme à este Estudio Moral, me parezia que una luz sobrenatural me yva alumbrando (para confusión mia) en el conocimiento de mi mesmo; e quedé como absorto, descubriendo tan de repente mi profunda ignorancia y mi vana y loca presumpción. Reconozí luego en mi tantas flaquezas y errores, que me avergonzé de haver vivido tantos años, hecho lince de pequeños defectos agenos, sin haver abierto los ojos para mirar mis proprias culpas y enormes peccados, de que pido perdon à su Divina Magestad de todo mi corazón.

Esta es mi vida, esta mi pública confessión y mi natural y verdadero retrato.






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